Dicen que el que canta, su mal espanta…

Y es que… cantar es una experiencia altamente terapéutica y sanadora que actúa a nivel físico, mental y emocional. 

Cuando cantamos elevamos el estado de ánimo y nos sentimos más felices. Generamos endorfinas, (neurotransmisores del buen humor), serotonina, dopamina, oxitocina, (hormonas de la felicidad, la armonía y la conexión), y disminuye en nosotr@s la producción de cortisol, (hormona del estrés).

Cantar requiere una atención focalizada, y esto nos ayuda a disminuir el ruido mental y nos sitúa en el momento presente. Nos conecta con nosotr@s mism@s, con nuestras necesidades, anhelos, emociones y sentimientos. Favorece la escucha interna y externa, la apertura del corazón y nos facilita un estar más amoroso y sensible en el mundo. Si además el canto es compartido con otr@s, nos ofrece la sensación de pertenencia, comunidad, conexión, apoyo, amistad y afecto, y nos ayuda a evitar los sentimientos de aislamiento y soledad.

El canto favorece una gran conexión con el cuerpo y un gran manejo y consciencia de este. Requiere una respiración profunda y controlada que disminuye el estrés y la ansiedad, favorece la oxigenación de los órganos y tejidos, mejora la salud de los pulmones, el sistema respiratorio, y su musculatura. También se ha demostrado que tiene efectos positivos en la tensión arterial, ya que estimula una sincronización entre patrones cardiacos y respiratorios y ralentiza la frecuencia cardiaca.

La vibración del sonido en nuestros huesos, (conducción ósea), armoniza todos nuestros sistemas y ordena nuestras estructuras físicas y energéticas, dándonos una gran sensación de equilibrio, bienestar y armonía. El sonido es un analgésico natural que, dirigido de forma consciente, puede calmar el dolor.

También se observa que la persona que canta tiende por sí sola a adoptar posturas más correctas, debido a que existe una relación entre la forma apropiada de colocar el cuerpo y el tono de la voz, con lo cual esto le ayuda a corregir la posición de las vértebras cervicales y lumbares, y mejora la salud de su espalda.

Cantar promueve nuevas sinapsis y aumenta la plasticidad cerebral, es decir que nos ayuda a crear nuevas conexiones neuronales y facilita una mayor comunicación entre hemisferios cerebrales. Implica educación y aprendizaje (memorizar letras, melodías, etc.), por lo que el canto se convierte en una excelente gimnasia mental que nos ayuda a desarrollar mayores capacidades cerebrales y a retrasar el deterioro cognitivo.

Cantar nos ayuda a articular mejor los sonidos y, en consecuencia, a pronunciar mejor las palabras, un excelente método para mejorar la fonética, en otros idiomas y en el nuestro. Además, diferentes estudios reflejan que cantar puede ayudar en el tratamiento de ciertos problemas en el habla, como la tartamudez y la afasia, además de otros problemas neurológicos como lesiones cerebrales no congénitas.

A todo esto podemos añadirle que cantar potencia tu creatividad y tu imaginación, abre en ti la posibilidad de desarrollar nuevas facetas y sensibilidades, de crear nuevas maneras de experimentar la vida. Mejora tu comunicación y te facilita la oportunidad de ser tu mism@ y compartirte con los demás de una forma auténtica, directa y clara. Cantar no tiene desperdicio, y por algo se hace desde tiempos inmemoriales y se seguirá haciendo siempre que el ser humano ande cerca. Por todo esto y por mucho más… dicen que el que canta su mal espanta.

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