Tu éxito es mi éxito.

Llevo unos días reflexionando mucho sobre un tema que me «ronda ronda» la cabeza desde hace años pero que ahora, por alguna razón, se me hace inminente compartir.

Llevamos tan profunda en el ADN la huella de la competitividad que tenemos una tendencia natural a pensar/creer/sentir que el éxito del otro me quita a mí la posibilidad del mío, como si el éxito fuera una tarta cuyos pedacitos estuvieran ya cortados, y fueran un bien escaso a repartir entre millones; millones y millones de seres que suponen una amenaza para mi supervivencia. Y es comprensible pues, durante siglos, grabamos a fuego la creencia de la escasez, y el sentir de que no había para todos, y que sólo unos pocos eran los afortunados en tener excesos y repartir con otros las migajas… Y tenemos tantos miedos e inseguridades, porque nadie nos dijo que valíamos para algo más que para ser uno más; nos validamos y potenciamos tan poco los unos a los otros, para mantenernos tod@s en el pantano raso de la mediocridad, donde, aunque vivimos con carencias, al menos es un terreno compartido y conocido, a la par que mal de muchos.

Cuando alguien, decide salir del rasero de la mediocridad, cuando le susurra el corazón que la vida ha de ser otra cosa, y se atreve a soñar otra realidad, suele ser visto, primero como un loco, un iluso, y pronto, como una amenaza que, con sus actos. pone en tela de juicio las creencias y hábitos establecidos, y que puede aspirar a llevarse un trozo más grande de la escasa y renqueante tarta…  Grrrrrrrrr!!

Los astrólogos, al mirar al cielo, dicen que llega otra era, que todo eso va a quedar atrás, que tenemos que evolucionar y trascender nuestras creencias limitantes, pues no olvidemos que lo que creemos, creamos; para crear algo nuevo pues, hemos de creer cosas nuevas.

Creamos que la tarta es infinita, que hay de sobra para todos, que nunca nos va a faltar.

Creamos que el éxito del otro es mi propio éxito, porque está abriendo una nueva realidad al alcance de tod@s. Veamos en el que avanza más deprisa, una antorcha en la oscuridad, inspiración, valentía y coraje para mostrarnos nuevas posibilidades.

Creamos que no hemos venido para ser uno más, sino que, desde la no comparación y la no competitividad, podemos ser auténticos y únicos, y ofrecer al mundo nuestros talentos especiales y exclusivos.

Creamos que esto ya no va de unos pocos tienen mucho y dan migajas a los otros, sino que nos corresponde a tod@s y cada un@, por derecho humano, la abundancia y la felicidad. Creamos que por fin empezamos a vernos y sentirnos l@s un@s a l@s otr@s.    

Creamos que nos damos cuenta de que una sociedad desigual e injusta, nunca será una sociedad feliz, porque el/la otr@, también soy yo.  

Creamos que sólo cooperando, y sumando éxitos y felicidades, podemos alcanzar ese paraíso soñado que habita en el corazón de cada un@ de nosotr@s.

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